Noche cerrada. Ilusiones que se vislumbran en el horizonte. Solos tú y yo. Nos mecemos rítmicamente bajo una luna monótona. Labramos las aguas, mientras las lenguas de fuego van expandiéndose gélidamente. Eléctricos espasmos nos lanzan inmóviles de forma creciente. Perdemos el horizonte, desaparece la luna.
Los velos del alma comienzan a rasgarse, mientras la faena se supera sin éxito. Poco o nada me espera en el infierno. Hermanos desconocidos, gritamos en silencio mientras nos sobrevuelan los ánades. Blindado en caída libre, soy atravesado por el ofidio.
Oscuridad. Amables sombras se ciernen desesperadas sobre mí. Intermitentes cantos desolados acechan en la niebla. Resignadas por lo auténtico, alaban la injusticia irracional. Indiferencia fraternal que conocen el hilo de las Parcas.
Pierdo el horizonte, desaparece la luna.
Cuadro: Aún dicen que el pescado es caro, SOROLLA Y BASTIDA, JOAQUÍN
Museo del Prado